sábado, 17 de enero de 2009

Las vueltas que da la vida.

España, tres de enero del año dos mil nueve. En plena crisis desastrosa que amenaza con derribar gobiernos, matarnos de hambre y ya perdí la cuenta de cuantas barbaridades más llevo escuchadas y leídas (sólo me falta escuchar “arrepentíos pecadores” y ya es cuando saco la escopeta), tuve la osadía de plantarme en unos hipermercado a comprar los regalos de reyes para mis sobrinos. Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegué a la sección de videojuegos; primero por ver que estos sinvergüenzas no bajan los precios por mucha crisis que haya (faltaría más, la pela es la pela) y segundo porque estaba sonando de fondo una canción de AC DC (el higway to hell si mal no recuerdo) en ese momento, no sé por qué, pensé que al responsable de aquella banda sonora le quedaban dos verbos de contrato (no por la duración de éste, que también le hace a uno más valiente a la hora de hacer según que cosas, si no por la reacción del jefe). Pero entonces me di cuenta de que el culpable de aquella banda sonora no era un jefe de sección, si no una chavala de unos doce años que, totalmente embelesada, guitarra de plástico y botones en mano, daba caña al famoso guitar hero. Tras escuchar la canción (a nadie le amarga un dulce) di media vuelta con una sonrisa cómplice en los labios y seguí a lo mío. Pero se ve que aquella chica tenía ganas de, a su manera, hacerme un guiño de estos que se le atribuyen la destino. Justo cuando me iba, vi un tesorillo de estos que uno piensa que ya poca gente va a apreciar. ¿A alguien le suena el título “Otra noche sin dormir”? Pues para el que no lo sepa, esa es la gira que este año han hecho tres viejas glorias de lo que sería el guitar hero a la española, Rosendo, Barricada y Aurora Beltrán. Aunque parezca una tontería, la imagen de aquella chavala con peinado rockero, chaqueta vaquera y labio inferior mordido mientras emulaba al “viejo” Angus, me viene a la cabeza y digo “que cojones, esto me lo regalo yo”.

En la vuelta a casa, me pongo ese magnífico disco que trae el pack y no paro de pensar que, salvo en los últimos reductos de resistencia rockera, ya no se hace música como esa, que es una pena y que nos hemos vuelto de plástico.

Con el cd puesto en el coche, llego a casa, enciendo la tele y el dvd, introduzco en él la primera parte del concierto… Y flipo, flipo de verdad. Ya no es que esperase ver las ventas a media entrada y resulte que estaba a reventar de peña (supongo que si se iba a grabar el concierto, alguna pifia habrá hecho la productora/distribuidora para que aquello este hasta las trancas de personal) si no que cuando se muestra al público, además de calvas con solera y canas flanqueando entradas incipientes, cosa con la que ya contaba (uno sabe como tiene de despoblada la azotea) me encuentro con frondosas cabelleras de jovenzuelos que aún no habían nacido cuando cualquiera de las canciones que esta panda de filósofos de barrio, litrona y canuto, compusieron en sus años mozos, reventaban las listas de ventas y comenzaban a llenar conciertos por toda España. Empecé a mal pensar, “esto es marketing” me dije, pero no… No podía serlo, se sabían cada estrofa, cada canción, cada acorde, los gritos subían cuando los punteos de Rosendo llenaban la noche de rock; aunque, para ser imparcial, bien es cierto que sus dedos ya no vuelan como antes, también lo es que daba igual. Me pareció impresionante ver como un escenario carente de la pechuga fresca de las triunfitas y los cuerpos danone de “fama a bailar” (o como ser gogó y llenarle los bolsillo a alguien que no da golpe) consiguiera tal conexión con el público, más contando con que esa pechuga fresca se había visto sustituida por un bucanero feo y transgresor apodado el drogas, la ropa de moda por las camisetas de todo a cien y los vaqueros desgastados, las coreografías espectaculares por botes de borrachera salvaje. En definitiva, no había plástico en ese escenario, había viejos rockeros, de esos que nunca mueren (frase que algunos se tomaban a cachondeo) y estaban consiguiendo que la gente se lo pasara en grande, con una apoteosis final digna de maestros del directo.

Una vez asimilé que el rock no sólo no está muerto, sino que vamos a por la cuarta generación que se cría a golpe de guitarra electrica, no pude evitar darme cuenta de que la vida ya no es que dé muchas vueltas, es que es una hija de puta que consigue que consideres al plástico tu mayor enemigo, mientas con el tiempo, una guitarra hecha de él y sin cuerdas, hace que los chavales se den cuenta de que les encanta esta locura. Ojalá esa muchacha que me hizo sonreír aprenda a puntear como una rockera salvaje, que yo, de momento, ya digo que me compraré su primer disco. Después de esta inyección de moral en plena crisis, habrá que devolverle el favor, lo mismo que el plástico nos ha devuelto a nosotros lo que nos debía, nuestras noches sin dormir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué decir, yo me emocioné en pleno Kobetasonik cuando vi a un chavalín de 12 años, con sus padres y hermana mayor (Y menuda hermana) cuando gritó "Mamá, que vio a Kai, que está ahí!!!".

El rock no morirá, porque aunque nos bombardeen a base de hanas montanas, de triunfitos, de upa dances, de portas y demás escoria musical, siempre quedará una aldea de irreductibles rockeros que estarán escuchando música decente.

Quizás nos hemos quedado en que no se hacen grupos como antes, ni canciones. Falso. AC/DC tienen sus añicos, y Brian sigue cantando como de costumbre, pero del mismo lugar, vienen Airbourne, un grupo de Hard Rock que nada tienen que envidiar a los veteranos australianos.

Apúntame un disco de la moza. Y enhorabuena por entrar al mundillo del blog Carlos, era necesario gañán :P

ZaSeK dijo...

La verdad es que cuando aprecias el rock, te das cuenta de toda esta basura que está bombardeando continuamente el trabajo realizado tan duramente y con tanto sacrificio por estas viejas glorias, y para darte cuenta no tienes por qué tener cierta edad, ya que en mi caso, sólo tengo 21 años, pero que por tener tanto aprecio por este género musical, te hace darte cuenta de todo esto fácilmente.

La verdad es que te da alegría cuando te ves algún grupito así con estas vestimentas y piensas, mira, estos son de los míos.

En jerez por ejemplo, también existen varios Pubs y discotecas que apoyan el género, y dichos locales te puedo asegurar que se llenan todos los fines de semana...

Así que por mucho que parezca, el rock ni está muerto ni morirá.

Ya para terminar un cambio de tema:
Carlitos, ¿Cuando piensas bajar otra vez por aquí y quedamos? jeje Un saludo.

Anónimo dijo...

xD a ver si te has pensao que todo el mundo tiene tan mal gusto como yo :P

Bueno, pero qué les regalaste a los sobris?