jueves, 18 de junio de 2009

Don pringadete…

Vamos a ver… dada la cantidad de veces que he escuchado la misma gilipollez, os voy a contar un cuento…

Un día un pringadete X llegó a la universidad, se dejó los cuernos estudiando como un bobo y, al finalizar la carrera, alguien le dijo “joer macho, que suerte, eres X, ya eres alguien importante, toma un contrato de trabajo”. Nuestro querido pringadete, se hinchó cual globo en un cumpleaños y, sin tener ni puta idea de en qué lío se estaba metiendo, firmó el contrato y se sintió importante. Nada más entrar al curro, ganando lo que nuestro héroe consideraba un puto pastón descomunal (usease, échale unos mil doscientos netos —y estoy tirando por lo alto—) le dio por hablar con el vejestorio aquel que hacía su mismo trabajo (craso error macho, que dulce es la ignorancia) y vacilarle de lo mucho que ganaban. El vejestorio, que está hartito de ver jovenzuelos pavoneándose por ahí, le pregunta su sueldo y, pringadete se mosquea cuando el anciano se parte la polla de la risa y dice “tas de pelotas, a tu edad yo ya ganaba más (aquí, al vejestorio se le olvida decir a la claras que eso es más falso que una moneda de seis céntimos, pero en España ya se sabe que, o vacilamos todos o empezamos a partir caras) Pero el caso es que el tío (que se está hinchando como otro pavo) le enseña la nómina y pringadete se va dando cuenta de eso, de que es un pringadete porque el viejo se toca la polla a dos manos y cobra un huevo más a fin de mes. El caso es que pringadete recibe consejos sabios del estilo “joder qué quieres, estás empezando, tú cállate la boca que, con el tiempo, acabarás ganando más que el vejestorio”. El caso es que pringadete se va conformando, pero no del todo y, cuando toca renovar contrato, se arma de valor y le dice al jefe “eh macho, el vejestorio cobra X, el medio vejestorio cobra X-5% y yo cobro X/2, esto no es plan”. En ese momento, el jefe se dice a sí mismo “joder con el tío éste, ya va espabilando. En fin, como es competente le vamos a subir una pastilla”. Pringadete, da saltos de alegría, (mayormente porque ya gana X-10% —cabe decir que hay mucho ciento—) y se vuelve a hinchar como un pavo. Pasan los mese y pringadete no se entera de que al vejestorio le han subido un 11% (mayormente porqué el vejestorio se lo calla).

Aquí llega lo jodido, ya que, por el camino, los currantes de la empresa convocan una huelga porqué están hasta el puto rabo de trabajar como cabrones para cobrar una mierda a fin de mes. Ese día, el jefazo de pringadete le dice “oye, tú no vas a secundar la huelga, ¿verdad? Estos sindicalistas no se enteran de que se están cargando la empresa…”. Momento en el cual nuestro incauto piensa que el jefe es su cómplice (cómo no lo va a ser, si tan jefes es el uno como el otro) y la responde “si es que la gente cree que el dinero se regala” o alguna tontería de por estilo. El caso es que la huelga acaba o no llega a producirse, mayormente porqué, con el pollo verbenero que se ha montao, los currantes suben su salario un 0.5% aparte de algún plus por ahí perdido. Ahí pringadete se frota las manos y dice “joder, si al que barre le dan un 0,5% más alguna mariconada… a mí me van a dar un pastón”…

Entonces llega el gran día, toca renovar el contrato del mozo y suena el teléfono. Nuestro superhéroe (lo de héroe ya se le ha quedao corto) irrumpe en el despacho del jefe soltando alguna bravata del estilo, “macho yo por menos de cien euros más al mes no renuevo ni loco”. Entonces, el jefe se acomoda las gafas, pone cara de circunstancias y le dice “amos a ver, pringadete. Esto va a resultar algo violento pero… Queremos comunicarte que dentro de quince días estarás en la puta calle”. En ese momento, pringadete demuestra que el apelativo se le queda corto y se convierte en “don arrastrao” al soltar la frase de “hombre, si es por el sueldo, estoy dispuesto a quedarme tal como estoy… pero…”, el caso es que le jefe no le deja acabar le pero y contesta “a ver, supongo que esto no te va a gustar pero… Siendo pragmático, ahora mismo hay un montón de estudiantes recién licenciados/diplomados y emigrantes que, al igual que tú hace años, nos ofrecen un rendimiento aceptable cobrando bastante menos…”. Ahí pringadete no se conforma con ser “don arrastrao” sino que pasa a ser don “alcantarilla” y dice “bueno si es por eso, estoy dispuesto a trabajar por menos, aunque…”. Aquí al jefe se le abre el ojo y le dice “mira, si ahora te pagara menos dinero, a ti nadie te impide ir a un juzgado, poner una demanda por derecho adquirido y que, mi humilde bolsillo (el mismo que guarda las llaves de un mercedes descapotable) vea como tú, al final, recuperas un salario que no se corresponde al precio de mercado”. Ahí ya, nuestro pringadete se acojona más todavía y responde “mi dignidad me impide”… el jefe, que ve que dignidad tienes la misma que un político, responde “ya pero no me puedo fiar de los sindicatos, esos zulos de ladrones que nos llevan jodiendo a ti y a mí desde hace años, si ellos denuncian…”. Aquí ya, nuestro amago de persona hace su última intentona y dice “coño pero si el vejestorio no pega ni golpe, cubra un huevo más que yo y se queda” a lo que el jefecillo, con cara de estar un poco harto responde “ya, pero sale carísimo despedirle… Si eso fuera más barato…”. Total que, tras acciones tan dignas como llorar, patalear y poner el culo en pompa diciendo que te cabe el candelabro si lo mete con cuidao y vaselina, el jefe le manda a tomar por saco que ya le va doliendo la cabeza.

De ahí pringadete se va derecho al enlace sindical y le dice “tío pasa esto, haz algo” el enlace, tratando de no reírse mucho, dice: “sí, ahora mismo le pongo una vela a Santa Rita para que no te pasen la hipoteca…”. Nuestro pobre hombre (ya no vale ni héroe, ni otra cosa) habla con el vejestorio que, después de todo es con quien tiene confianza y éste le dice “a ver, el enlace sindical de los técnicos y colegiados, está puesto por la empresa, mayormente porqué nadie quería tener que cantarle la gallina al jefe”. Cabe destacar que, desde el “mayormente” para adelante, pringadete no ha escuchado ni media del cabreo que lleva y cuando habla con sus amigos la historia se convierte en:

Mira, entre que los sindicatos no hacen nada, que cuesta un huevo de pato despedir a un viejo que no da ni golpe, que esto está lleno de emigrantes y que hay un huevo de gente diplomada/licenciada. Me han dicho que o me rebajaba el sueldo o no me renovaban. Yo como soy muy digno, les he dicho que aquí a mis cojones”. Problema, la peña se lo cree…

Por otro lao, el jefe, hablando con el que prepara los finiquitos dice: “Cagon la, a ver si este gilipollas lo es tanto como para creerse lo que le he dicho y no se cosca de que él, sustituyó a otro pringadete. Que le eche la culpa al gobierno, los derechos de los trabajadores y los sindicatos que pa eso están”.

Y el de los finiquitos apostilla “pues el día que se entere de que vejestorio esta aquí y no en la puta calle porque nos pilló echando un polvo, cariño mío. Le da un síncope, que te lo digo yo…”

Moraleja, si todo dios cobrase lo que dice la ley que hay que cobrar esto no pasaría, si todo el mundo reconociera que es mejor dejar las negociaciones de salarios en manos de alguien “blindado” esto no pasaría ya que, el joven pringadete, hubiese entrado con las mismas condiciones del que ya estaba. Si no hubiera tanto listo que dijera “pero yo les puedo sacar más pasta a fin de mes yendo por libre” no habría tanto mito sobre “la bajada de salarios” cosa que, con la legislación vigente es imposible (por eso la quieren cambiar pringadetes) y si la peña llorase menos, acusase al que es, fuera lista y dijera “me largaron por pringadete, ni por culpa del sindicato, ni de los emigrantes, ni de las mujeres, ni de mi puta perra en bikini. Fui gilipollas y punto… Me creí jefe cuando era un pringao”, lo mismo, se acababa con tanta tontería… Pero como esto está lleno de pingaos…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay peor ciego que el que no quiere ver, y aquí parece que todo se reduce a una competición por el tamaño de las pollas del pringao de turno... en fin, más leer el estatuto de los trabajadores y conocer el convenio colectivo de uno y menos marca, as y pollas en vinagre. (Yo juego con un poquillo de ventaja, que para algo me sé el estatuto :P)

Mua!

Templar dijo...

Esto pasa en España porque somos los más listos, los más aguilillas, y los más audaces.

Así nos pasa a los no jefes... que nos dan por culete los jefes como y cuando quieren.

Anónimo dijo...

Por eso es mejor el hurto, mientras no sobrepases la cantidad que lo hace delito, vives tranquilo y oye, mejor un trabajo digno y fijo, a uno de mierda.